Cuando estaba en su apogeo el movimiento de la APPO y mataron al periodista Bradley Roland Will, en Santa Lucia, pensé que la muerte de este norteamericano se sumaba a esas muertes programadas para hacer crecer un problema local, volverlo un conflicto internacional y provocar una crisis de Estado.
En la década de los 60, cuando la revolución sandinista estaba en su apogeo, los Estados Unidos a través de sus diversas agencias seguían ayudando al régimen de Anastasio Somoza. “Tachito”, en Nicaragua. Somoza pertenecía a esas viejas oligarquías que se habían convertido en instrumentos de gran utilidad para el Departamento de Estado de los E.U. John Foster Dulles decía: “Sí, Somoza en un dictador hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.
Cubrían la guerra una serie de corresponsales extranjeros, porque en ese momento el epicentro revolucionario de América Latina estaba en Centroamérica. Uno de los soldados de Somoza asesinó al corresponsal de Washington Post. Las fotografías del crimen corrieron una serie de aventuras y finalmente fueron publicadas por la prensa americana y en todo el mundo.
La respuesta del Departamento de Estado no se hizo esperar. Somoza tuvo que sacar los restos de su padre, el dinero que tenía guardado y entregar el poder. Los “gringos” no iban a permitir que se matara a su gente.
Años después se filmó aquí en Oaxaca la cinta “Bajo Fuego”, que relataba esos hechos. En ella trabajó Nick Nolte. El Hotel Victoria, la calle de M. Bravo, Crespo y algunos barrios de nuestra ciudad sirvieron de escenario para recrear esa aventura y darnos una lección de práctica de política de cómo se convierte una guerra interna en un conflicto internacional.
Hace dos años, en Oaxaca se trató de hacer una tercera y nueva versión de esa estrategia. Bradley, un hombre de origen oscuro por la agencia que representaba. Pienso que pertenecía a uno de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, se había infiltrado entre los grupos de la APPO y participaba como espectador y testigo en los acontecimientos violentos que sacudían a Oaxaca.
Una mañana nos despertamos con la noticia de que lo habían matado en circunstancias que todavía no se han aclarado técnicamente, pero que políticamente tenían como objetivo internacionalizar el problema oaxaqueño y obligar a los Estados Unidos a presionar a los gobiernos de Fox y de Ulises Ruiz. La estrategia no era mala. La muerte de Brad seguramente que daría un vuelco al problema oaxaqueño.
Parece ser que por el origen oscuro de este agente informativo, por los testimonios, videos y fotografías de la muerte de este “gringo la cosa no pasó a mayores, los Estados Unidos y los padres de Brad se limitaron a pedir que se realizara una investigación y se castigara a los culpables, pero el objetivo político de internacionalizar el problema y que cayera el gobernador de Oaxaca no se cumplió. Iban por su cabeza.
Ahora estamos en la parte final de este acontecimiento, como en todas las muertes polémicas y famosas quedaran las dudas y contradicciones, todo quedara en un lamentable sacrificio de un hombre por hacer estallar un problema. La política es cruel y los que la hacen también.
La responsabilidad de la Prensa.
El viernes pasado, la Comisión para la Defensa de Derechos Humanos de Oaxaca, organizó un Foro sobre la Seguridad Publica en Oaxaca. En ella me tocó participar y palabras más palabras menos exprese lo siguiente en relación con los medios de comunicación masiva en esta era neoliberal.
“Con el poder de la Prensa ha ocurrido lo que en muchas ocasiones sucede con el poder político. Si bien la fuerza institucionalizada se legitima, según Norberto Bobbio, porque se funda en el consenso de los ciudadanos, la fuerza de la Prensa se legitima porque representa el derecho que tienen los ciudadanos a expresarse y ser informados”
“Los medios que usan y abusan de la libertad de expresión, se olvidan que el receptor final de la información es la sociedad civil y que los ciudadanos tienen derecho a recibir una información oportuna, confiable, segura, verídica y comprobable. Los periodistas y los medios masivos de comunicación son canales de información, transmisores de una línea que empieza en el acontecimiento y que termina en la información que recibe el ciudadano. En un binomio que, casi siempre se olvida, pero que tiene que ser indivisible entre libertad de expresión y responsabilidad”.
“En México, el ejercicio del periodismo durante casi todo el siglo XX estuvo marcado desde el inicio por una importante participación en la política. La prensa participa activamente en la derrota y muerte de Madero, Venustiano Carranza ante los embates de la prensa promulga la Ley de Imprenta y edita un periódico para dar a conocer las acciones de su administración, los gobiernos surgidos de la Revolución Mexicana procuran tener un órgano de información propio y cuando surge la radio y la televisión establecen un modelo mixto de concesiones”.
“En el segundo medio siglo surgen dos tendencias: los métodos de control indirecto y indirectos sobre la Prensa, tanto económicos como políticos y por otra parte la gran irresponsabilidad, agresividad, violencia y faltas a la verdad por parte de un gran número de “periodistas” y periódicos”
“Desde hace décadas la mayoría de los diarios contienen una información política cuyo mantenimiento se sustenta en tarifas económicas, prebendas y en ocasiones simples filias y fobias de los “periodistas”. Se olvidaron que la prensa tiene además la tarea de defender a la sociedad de los excesos y abusos del poder público y privado, de la ferocidad de los modelos económicos.
“Metidos en esta ola neoliberal de un salvajismo económico sin paralelo (donde impera la ley de la selva, donde se ha degradado la vida, aumentado la brecha entre desarrollo y subdesarrollo, creado desempleo y convertido a miles de seres humanos en pobres de extrema pobreza) la prensa, escrita o electrónica ha olvidado sus funciones originales y representa básicamente los intereses individuales de personas o grupos de poder económico.
La información objetiva para el lector se ha olvidado, importa defender los intereses de los grupos privados que sólo defienden a los grandes capitales y a las grandes empresas. Lo vimos con meridiana claridad cuando en el Senado de la República. Se discutieron las normas de la publicidad en las compañas políticas. En ese lugar los voceros más autorizados de la televisión se convirtieron en simples guardianes de los hombres que les pagan”.
“En nombre de la libertad de expresión se han cometido los peores crímenes, se ha esgrimido la violencia más inhumana a través de la prensa. Se han creado conciliábulos únicamente con el fin de hacer daño a través de los escritos y de las ocho columnas”.
“Hay también crímenes horrendos contra los periodistas. La violencia se ha introducido en ese medio en sus formas más brutales. Como venganza, por rencillas y rencores personales, afectación de intereses, ordenes de jefes, de grupos, estrategias políticas o simples medidas de amedrentación”.
“Vivimos ahora la individualización donde los sentimientos de inseguridad existencial y temor a peligros indefinidos se han hecho endémicos a la sociedad. El papel de la prensa ha sido definitivo para contribuir a crear este clima de terror y violencia en que en que vivimos Si los peligros que leemos se concretan, el pánico que se apodera de todos, se hace real y tangible. La nota roja permea todo el periódico empezando por las ocho columnas”.
“El miedo se aparece por todos lados, con vigilantes armados circuitos de televisión, rayos x, potenciando a las policías y aumentando las fronteras de los países, las comunidades y en nuestras casas. La muerte se vuelve un huésped cotidiano en sus formas más grotescas”.
“Es necesaria crear en la prensa de nuestro país códigos de ética en los medios de comunicación; también aplicar la norma ISO 9000 y crear defensores u ombudsman de los lectores y receptores a nivel nacional y regional. La figura del Ombudsman de los medios de comunicación puede ubicarse dentro de la estructura de la Comisión de Derechos Humanos o dentro de la Procuraduría del Consumidor ó como un organismo autónomo que dependa de las Cámaras y de los medios. Como un derecho de todos los ciudadanos a conocer y recibir una información verídica, oportuna, confiable y segura. Ese derecho debe ser salvaguardado por el estado y por todos los órganos de la sociedad civil”
“El ciudadano tiene derecho a una información confiable, segura, real, sobre los asuntos públicos, sobre la hacienda pública: y en qué lo que se gasta. Tiene derecho a saber cuál es la estructura de Gobierno, sus proyectos, sus objetivos y sus responsables, el monto de los presupuestos, así como a una ley de transparencia. De la misma manera, tiene derecho a una Prensa que le proporcione, diariamente información veraz, actual, de calidad, lo más completa y objetiva posible, para que le ayude a entender la realidad y a formar su propio criterio”. Fin
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